domingo, 23 de noviembre de 2014

MI PERFIL DE TWITTER

Me pregunta un amigo si tengo twitter y yo le contesto que sí, que hace mucho que lo abrí, exactamente desde marzo de 2012. No es que tenga una memoria maravillosa, es que lo pone en el perfil y lo leo cada vez que entro. Le cuento que estoy muy cerca de los cuatro mil seguidores y que siempre que puedo entro y tuiteo.

El caso es que su pregunta me escama porque, juraría que estoy en lo cierto, lo tengo entre mis contactos. Hago una búsqueda y allí está: yo le sigo y él me sigue y siendo lo activo que es en esta red comprendo que su pregunta no ha sido casual, que tiene que haber una razón.

Le busco para que me lo aclare. Le conozco demasiado para pensar que ha preguntado por preguntar.

Entonces me lo cuenta.

Me dice que ha visto que no tengo un botón de Twitter en el blog con el que se pueda seguirme. Y me doy cuenta de que lleva toda la razón del mundo, que no he pensado ni siquiera en ello. Como buen amigo me recomienda que lo ponga, que facilite a los lectores una vía para ponerse en contacto conmigo cuando hayan leído uno de mis libros y quieran comentarme algo.

Lleva razón.

Por eso, aquí os dejo el enlace de Twitter de la Esteban (de la rubia que sale por la tele NO, de la otra, la del pelo azul que escribe novelas), o sea, yo. Mientras averiguo cómo puñetas se pone el botón:


@MayteEstebn


¡¡Ya está!!

Arriba, a la derecha. ¡¡Gracias, Pilar por la ayuda!!

jueves, 20 de noviembre de 2014

HOY

Esta entrada es de las que no compartiré, no es para que la lea nadie, es para mí.

Hoy está siendo un día extraño. Ha empezado mal, lo reconozco, una mala noche, producto de un virus con el que mantengo una batalla desde hace días, me ha dejado con las fuerzas al límite, pero ha sido abrir los ojos (ha costado lo suyo) y empezar a encontrar sorpresas.

La primera, en Fnac.

Llevo unos cuantos días en el top. No se exactamente cuántos, hace mucho que no miro listas ni rankings y tuvieron que avisarme de que la novela había vuelto a entrar. Desde entonces entro a diario, quizá para convencerme de que no estoy soñando, esperanzada de que esto suponga un pequeño gran empujón para el papel. El caso es que ayer estuvo en el número 9 rodeada por superventas: el último premio Planeta, Ken Follet, Sarah Lark, Stephen King. ¿Qué hago yo ahí?



















El caso es que hoy estaba en el número 10, pero a mí me ha parecido una cifra bonita.



Reconozco que esta mañana he hecho lo justo. Descansar y la comida. Leer un poco. Nada de escribir. Tenía que ahorrar fuerzas para la tarde, para trabajar un poco. Cuando he terminado, la primera sorpresa.

He encontrado un tuit de un compañero escritor, Antonio Jareño, autor de No todos moriréis, donde decía que Detrás del Cristal estaba entre las novelas más vendidas en La casa del libro. ¿Sí? He tenido que seguir el enlace y ahí no podía creerlo. Ha sido uno de los ebooks más vendidos de hoy, el sexto más vendido de la semana. ¡Toma ya!




He mirado en Amazon, por si acaso (ya sería la bomba) pero no, ahí estamos fluctuando como siempre, arriba, abajo... qué mareo, por favor. Eso sí, he visto que solo quedan tres ejemplares en stock en papel. ¡Bien! El otro día eran cinco, poco a poco. 

Ya me iba a cerrar todo esto cuando...

¡Una reseña de La arena del reloj!

Ha llegado desde un blog de Chile, La magia de los libros y yo. Me siento muy orgullosa de algunas cosas que me están pasando. Una de ellas es que cuando leen uno de mis libros, buscan otro. Aunque siempre repita que me emociono, es que me emociono. Tengo que respirar profundamente para que no se me escape alguna lágrima tonta. Este blog reseñó hace apenas un mes Detrás del cristal, leído por su administradora Claudia González en papel. Le gustó mucho y no ha tardado en repetir conmigo.

Así que, un día que empezó mal, después de una noche en la que apenas he pegado ojo, he tenido premios por todas partes.

Ah!! Y cada vez está más cerca el poder verle la cara a la nueva criatura. Es muy bonita. Por fuera, porque la portada que le están haciendo me ENCANTA y por dentro, porque está escrita con paciencia, porque juntas hemos madurado, porque hemos crecido mucho, porque estuve a punto de abandonarla, pero tiene tanto encanto que ha sabido hacer que no me diera por vencida, que ignorase a quienes disfrutan deseándote todo lo malo. He seguido y aquí está.

No puedo resistir la tentación de enseñar un poquito...
















Por si no fuera suficiente, me han invitado este fin de semana, en el Círculo de Bellas Artes, al FESTIVAL DE LITERATURA EÑE 2014.


Happy!!!!!!!!!

domingo, 16 de noviembre de 2014

¿A QUÉ LLAMAS TÚ AMOR? PRESENTACIÓN EN MADRID

14 de noviembre de 2014

17:30
Centro comercial La Gavia

Faltaba tiempo para que Pilar Muñoz se reuniera con sus lectores, pero siempre procuro que a mí me sobre para acudir a una cita. Mitiga la sensación de ansiedad y, además, me permite echar un vistazo a todo. Media hora antes de haber quedado entré en el centro comercial. Con la calma que te concede el que te sobre tiempo, llegué a Fnac y pude comprobar cómo montaban la sala, preparaban los micrófonos, la pantalla y colocaban sillas y sillones. Di una vuelta por la tienda. Incluso pude experimentar una sensación que ya se está convirtiendo en habitual, la de encontrar cada vez más libros de gente que conozco, tanto en las mesas de novedades como en las estanterías.

No sé si a alguien más le pasa, pero a mí me provoca un pellizco en el estómago. Me alegro tanto que me entran ganas de asaltar a las personas que tengo al lado y ponerme a contarles que conozco al autor o a la autora, pero me contengo. 

Aunque me cuesta.




18:00
Fnac

Pilar llegó y, después de los saludos de rigor (nunca nos habíamos visto en persona), comenzamos a charlar como si fuéramos amigas de toda la vida. Esa es una sensación que he experimentado en anteriores ocasiones, cuando la amistad virtual da paso a una real, una en la que las conversaciones se escuchan en lugar de leerse. Ya no somos la foto de un perfil sino alguien que parpadea y que respira, que se mueve, y sonríe en lugar de enviar un emoticono. 

Mientras esperábamos a Ana Coto y Pilar le daba instrucciones al técnico de Fnac, la conversación se llenó de preguntas sobre el viaje, sobre los nervios, sobre el tiempo que quedaba para empezar. Poco a poco fueron llegando algunos compañeros blogueros que ocuparon la segunda fila y entonces...


18:25
Fnac


Me fui.

Me asaltó una corazonada.

No tengo activado el messenger para Facebook. Aunque lo tenga abierto y alguien me envíe un mensaje privado no puedo ver nada más que el emoticono que señala que me lo han mandado. Hace poco he descubierto que hay una manera de leer al menos una parte del mensaje. No lo suficiente como para enterarme de qué me están contando, pero sí veo quién lo envía y el principio. 

Mi teléfono, al lado de la imagen de uno de mis contactos decía: nos vemos allí.

Antes de salir corriendo, pensé: ¿si yo fuera él, dónde estaría? Sonreí y, un par de minutos después, estaba saludando a Rafael R. Costa. Tengo que darle las gracias porque 31 paradas de metro de ida y otras 31 de vuelta no es algo que todo el mundo se decida a hacer así como así. La verdad es que me alegró muchísimo que al final se decidiera a acudir a la presentación de ¿A qué llamas tú amor?

Mientras hacíamos tiempo, buscamos su novela, La interpretadora de sueños, recientemente editada por Espasa, y yo me quedé con uno de los ejemplares, antes de que se agotase, para que me lo firmara al final de la tarde. Tenía otro en la mochila pero no era mío sino uno que compré para regalar.

Juntos regresamos donde Pilar esperaba para empezar y después de las presentaciones empezaron a llegar caras conocidas. El abrazo con Lidia Casado fue muy emocionante. (Después hasta nos hicimos una foto juntas con el móvil, en plan selfie total).

19:15
Sala de conferencias.

Un poco después de la hora prevista, cuando todo el mundo ya había ido tomando posiciones en la sala, comenzó la presentación, Pilar trajo el booktrailer de la novela.




Para romper el hielo estuvo Ana Coto, editora de Palabras de Agua, que saludó a los presentes y me cedió el turno para que cumpliera mi pequeño cometido en esa tarde: trazar una semblanza personal de Pilar Muñoz. Después de dos datos biográficos breves, pasé a contar cómo nos conocimos a través de las redes y cómo he sido testigo de primera fila de su evolución como autora, desde que en 2012 leí los relatos que componen Ellas también viven, pasando por su primera novela, Los colores de una vida gris y ¿A qué llamas tú amor?, la novela que acaba de publicar bajo el sello de Palabras de Agua.

Tras mi lectura de la sinopsis, llegó el turno de la autora.

Pilar era la protagonista así que fue ella la encargada de transmitir a los presentes lo que ha querido contar con esta novela. Insistió en que, a pesar de que la narración contiene un fuerte contenido erótico en algunas escenas, también hay una trama de peso detrás, importante, que reflexiona sobre las relaciones de pareja, el amor, incluso el maltrato. La protagonista, Jana, es una mujer real, independiente, madura, envuelta tan solo en un momento de confusión.

Para que los lectores supieran un poco más de la novela, Pilar, micrófono en mano, leyó el primer capítulo.



Hubo tiempo para las preguntas del público, algunas sobre los personajes, la trama, la elección de la posición del narrador o los nuevos proyectos que tiene en mente Pilar Muñoz. Después, llegaron las firmas, y digo las firmas, porque no fue la única que estampó palabras en la primera página de un libro.


Pilar se pasó un buen rato firmando y regalando sonrisas que dejaban ver que estaba siendo un día muy especial para ella. Aunque ya hace un mes que la novela se puede adquirir en librerías, el viernes fue la puesta de largo oficial y, además de que el marco fue precioso, la puesta en escena que escogió estuvo muy bien.

Por cierto, las fotografías del fondo, si os pasáis por la tienda Fnac de La Gavia, merece la pena pararse a mirar: son obra de Juan Rulfo, el autor de Pedro Páramo. 

Decía que no había sido la única que firmó porque Rafael también se tuvo que emplear con el bolígrafo, pero es normal, no se puede desperdiciar la oportunidad de personalizar un ejemplar de su libro teniéndolo cerca, ¿no creéis?

Tuve la inmensa suerte de recibir un regalo inesperado, un poemario del maestro.




La presentación terminó, las luces de este escenario se apagaron y sospecho que este día Pilar lo grabará a fuego en su memoria: 14/11/14, incluso la fecha es bonita. Le deseo mucha suerte con esta aventura, con esta novela en la que ha puesto sus reflexiones, su corazón y su talento, una historia que se disfruta y que te dura entre las manos muy poco tiempo.

(Cuando todo había acabado nos marchamos a tomar algo para refrescarnos y allí fui testigo de la admiración que provoca Rafael R. Costa. Y luego no me deja llamarle maestro... Menos mal que no le hago ni caso.)



miércoles, 12 de noviembre de 2014

HOY NO HAY MÚSICA EN MIS DEDOS


Escribir no es duro. Cuando el mundo se detiene a mi alrededor y encuentro la manera de sacar lo que hierve dentro de mí es vida.

Duro es cuando siento las palabras ahí, apretándose en mi pecho, cuando necesito sacarlas y no puedo.

Hace rato que lo intento.

Necesito respirar, sentir la paz que me permita disfrutar del sonido de la lluvia que repiquetea sobre las chapas del tejado, pero hay palabras rasgándome como cuchillos por dentro.

No puedo sacarlas.

Hoy no hay música en mis dedos.

Miro la página, pienso mientras me ahogo, me revuelvo en la silla. Me levanto. Busco aire en distracciones cotidianas, pero las malditas palabras me traen de vuelta una y otra vez. Para nada. Siguen escondidas. Hoy las teclas suenan como las de un piano desafinado.

Lo dejo. Vuelvo.

Desisto. Insisto.

Leo lo que otros escribieron, buscando consuelo en palabras ajenas que me transporten lejos de esta angustia absurda que me ataca de vez en cuando.

Pienso.

«Escribir no es lo tuyo. Déjalo. Olvídate».

Pero no puedo.

domingo, 9 de noviembre de 2014

EL PACIENTE DE JUAN GÓMEZ JURADO.



Arranca la trama y ya sabes que en esta historia algo no ha ido bien. Si no, David Evan, el neurocirujano protagonista, no te la estaría contando desde el corredor de la muerte. Ese enfoque, perfecto disparador del interés del lector, me predispuso para seguir adelante. Empecé a leer. 

Quienes frecuentáis El espejo de la entrada sabéis que pongo siempre la sinopsis antes de empezar a contar mis impresiones de cualquier libro. En este caso, no será así.

No lo será porque, aunque os parezca imposible por tratarse del libro que se trata, empecé a leer a ciegas, sin saber ni una palabra de la trama, sin haber leído ni una sola reseña del libro. Ya sé que suena raro, que paso demasiado tiempo entre libros, redes y blogs como para no haber caído en la tentación de leer, aunque fuera una sola línea sobre el libro. Más si cabe pensando que en la Feria de Madrid estuve parada frente al autor, esperando a que se lo firmase a una amiga.

No estoy segura pero creo que les hice una foto y todo.

¿Por qué, entonces, yo que me paro hasta a mirar los catálogos de la ferretería, no había reparado en este libro? No lo sé, supongo que el verlo tanto me hizo convencerme de que ya sabía algo de él y lo pasaba de largo. A veces me pasa con los best sellers.

Habría cometido un error.

En muchas, casi todas mis reseñas, dejo anotado cómo llegó cada libro a mis manos. Soy socia del Círculo de Lectores desde tiempos inmemoriales. Hace unas semanas me llamó la agente del Círculo y me preguntó qué libro quería. Como siempre. La verdad es que me cogió con el pie cambiado, no había abierto la revista por falta de tiempo y me pilló en medio de una de mis clases, así que tenía que responder rápido para no perder demasiado tiempo. No era el momento de ponerse a buscar la revista y como aplazase la llamada para devolvérsela, lo más seguro era que me olvidase. Recordé que en Facebook alguien había mencionado que El Paciente estaba en la revista.

Le solté el nombre del libro y colgué, pidiendo perdón a mis chicos por usar el teléfono y continué con la clase de literatura.

Cuando, días después, me lo trajo a casa, ni me acordaba de qué era lo que le había pedido. Lo dejé, con el plástico y todo, en la estantería, para cuando me apeteciera.

A mediados de esta semana empecé a leerlo, después de decidirme, por fin, a dejar un tostón con el que no puedo y tras haberme deshecho de La familia de León Roch (a unos sicarios me apetecía casi contratar para eliminar a la estirpe al completo, de lo costoso que ha sido leer esa novela de Galdós). Reconozco que tuve la tentación de darle la vuelta a El Paciente y enterarme de qué iba pero, total, si no lo había hecho hasta ese momento y ya lo tenía en mis manos, en papel, en edición de tapa dura... ¿para qué ya? ¿Por qué no dejarle que me contase lo que quisiera? ¿Por qué no entrar en él a ciegas?

Es lo que hice.

La verdad es que me ha encantado. Me ha durado tres ratos, me lo he pasado muy bien con la historia. Tiene la dosis de intriga que hace falta para interesar, los giros precisos para sorprender, la narrativa fluida para no tener que releer. Tiene unos personajes atractivos, su dosis de reflexión, su pizca de sentimentalismo, un poco de pasado familiar, un pelín más de actualidad... Lo tiene todo y todo medido, en su sitio. Ah, y no acaba, de ningún modo, como te daría por pensar al principio.

Quiero felicitar al autor y a ti, lector, decirte que, si no lo has hecho, lo leas. No deja mal sabor de boca.

Para nada.

Pondré la sinopsis aunque te aseguro que no hace ninguna falta leerla.

El prestigioso neurocirujano David Evans se enfrenta a una terrible encrucijada: si su próximo paciente sale vivo de la mesa de operaciones, su pequeña hija Julia morirá a manos de un psicópata. Para el Dr. Evans se inicia una desesperada cuenta atrás cuando descubre que el paciente que debe morir para que su hija viva no es otro que el presidente de Estados Unidos.

Con su habitual maestría en la literatura de intriga, Juan Gómez-Jurado atrapa irremediablemente al lector. Una novela apasionante y emotiva que se desarrolla en 63 frenéticas horas, que no da respiro en su lectura y que plantea un dilema moral imposible que puede cambiar el curso de la Historia.

miércoles, 5 de noviembre de 2014

LA CLARIDAD EN LA ESCRITURA

Hace ya tiempo, intenté leer un libro del que oía maravillas y tuve que dejarlo. Pensé, "quizá sea que lo he cogido en mal momento. Esperaré." Lo empecé de nuevo, al cabo de unos días, y la sensación seguía siendo la misma.

Desconcertada por la diferencia entre mi percepción y las críticas que leía, decidí analizar qué era lo que me sucedía con ese libro. Un simple vistazo al exceso de adjetivos y la exagerada presencia de oraciones subordinadas me dio la respuesta. Fallaba en algo que para mí es esencial: la claridad.

La realidad es compleja. La vida, difícil de entender siempre, nos pone a prueba cuando menos lo esperamos, alterando las bases de nuestro mundo cotidiano. Sin aviso previo, una enfermedad, un accidente, un trabajo perdido u otro que ocupa más horas de las deseables nos angustian. Ni siquiera es necesario vivir experiencias extremas. El simple hecho de acompañar a los niños a actividades extraescolares, al entrenamiento de fútbol, a la clase de música, hacer la cena mientras se vigila su baño, lograr que se metan en la cama a una hora razonable... pueden también elevar nuestro nivel de estrés.

¿Por qué digo esto? Porque leer es un excelente ejercicio para terminar el día, para relajarnos, olvidando los problemas propios mientras nos embarcamos en un mundo de ficción. En este momento, al menos yo, exijo a un libro (y por extensión a su autor) que la lectura se convierta en un paseo plácido y no en una tortura, que no me obligue a dar constantes pasos atrás. Que las horas que le voy a robar al sueño para cedérselas a su creación, merezcan la pena porque, además de aportarme una historia con la que alimentar mi imaginación, me permitan relajarme.

Para ello necesito claridad, sumergirme en un aguas cristalinas y no en un pantano farragoso. Que la experiencia de angustia, si es que la hay, que las emociones, procedan del fondo de la historia y no de la forma.

Para alcanzar la claridad hay que ser concisos. Menos es más, dicen, y a eso me refiero. Utilizar la menor cantidad de palabras posible pero que sean las más certeras, las que expresen exactamente la idea. Esa concisión me ayudará a entenderlo todo a la primera y a no tener que volver la vista.

Eso, tan sencillo, exige un trabajo duro del autor. Supone pararse a ordenar y todos sabemos que si al levantarnos vamos dejando tirado el pijama, la cama deshecha y los calcetines sucios del día anterior por el suelo, podremos salir de casa mucho antes que si nos entretenemos en dejar la habitación ventilada y ordenada.

Creo que hay autores que no ventilan.

Otro elemento es la simplicidad. Sí, eso que parece muy fácil de conseguir y que en la práctica cuesta tanto encontrar. Cuando un libro te arrastra página tras página, cuando sigues leyendo a pesar de que el reloj te está recordando que la mañana se acerca y lo pagarás, muchos lo catalogan como "escritura sencilla". Creo que existe un tópico en el inconsciente colectivo que parece decirnos que, cuanto más confuso y retorcido es un texto, mayor profundidad tiene y mejor escrito está. Yo no lo creo, es más, constato que a veces se abusa de adjetivos antepuestos, como si solo con trastocar el orden lógico de la oración se convirtiera un texto en literario.

Por arte de magia.

Esta noche voy a empezar un libro nuevo. Me han dicho que tiene una "escritura sencilla", que te dura muy poco entre las manos. Me ha dolido la cabeza todo el día así que creo que es lo que necesito.

Una escritura clara para despejarme.